El críquet manda en el país asiático, pero el potencial del balompié es enorme
Por Jose Luis G. Llagües
Es la séptima nación del planeta tierra en extensión y la segunda más poblado, con más de 377 residentes por kilómetro cuadrado. Estas magnitudes primarias definen a la República de la India como un país con un potencial de desarrollo ilimitado en cualquier campo deportivo o social. Y el fútbol no escapa a esta tendencia. Así, durante los últimos años la selección nacional ha escalado de forma notoria en la clasificación de la FIFA, pasando del peldaño 170º en el ejercicio 2014 al 101º actual. Este dato escenifica las posibilidades de crecimiento del deporte rey en el gran país asiático, pero el fútbol indio aún debe coger impulso. Necesita un gran empujón. Hay mucho trabajo por hacer. Y por eso se dan cita constantemente en el COTIF de l’Alcúdia, ese Mundial que les permite cotejar su nivel y crecer contra los mejores equipos del panorama internacional.
Con industrias del calado de Bollywood -la meca cinematográfica asiática, que llega a exportar productos al resto del planeta- India se define como un mercado excepcional en lo que respecta al entretenimiento. Y el fútbol, en gran parte, lo es. Sin embargo, el críquet sigue siendo el deporte líder, aunque poco a poco el balompié se está haciendo un hueco entre los seguidores del país hindú abandonando la posición marginal que ha llegado a tener.
Uno de los principales factores del despertar de fútbol indio es la creación de una liga privada llamada Indian Super League (ISL), que desde hace cinco años emula el sistema de franquicias de la exitosa NBA. Algunos de los propietarios de los clubes son importantes jugadores de críquet o actores de renombre: todas las factorías de ocio se conjugan para un bien común. Así, tal y como ocurre en tierras norteamericanas, no hay descensos en esta categoría y el torneo dura 60 días. Marco Materazzi -aquel central que recibiera el cabezazo de Zidane en una final del Mundial- ha entrenado en esta competición y han pisado su césped estrellas en el ocaso de su carrera como Del Piero o Pires. Jugadores más que consagrados que se han dejado seducir por el exotismo y el dinero.
Junto a la ISL -que apuesta por una clasificación en base a eliminatorias- también hay una competición de tono más clásico: la I-League. Su duración es de cinco meses, su modelo es la tradicional liga de corte europeo y en este caso no hay franquicias, sino conjuntos con historia que representan a diferentes lugares. Es un torneo más parecido a LaLiga y los hinchas sienten más los colores. Los equipos deben tener cuatro jugadores extranjeros por obligación, siendo uno de ellos asiático. Ya hay voces que hablan de una fusión entre ambas competiciones, integrando la historia y el sentimiento de la I-League con la espectacularidad y el dinero de la ISL. ¿Qué podría pasar mal?
Sunil Chhetri, la estrella que no pudo emigrar
Como todo gran deporte que se precie, el fútbol indio cuenta con su ídolo local. Responde al nombre de Sunil Chhetri y es el máximo goleador de la historia del equipo nacional, con 68 goles en 108 partidos. Con 34 años a sus espaldas, es el gran referente en el que se miran los jóvenes jugadores que se calzan las botas y sueñan con triunfar en el país asiático al saltar a un campo de fútbol. Ha jugado en Estados Unidos -Kansas City Wizards-, pero su gran sueño de triunfar en Europa no fructificó. Llegó a firmar con el Queens Park Rangers británico en el momento perfecto de su carrera, pero problemas con el visado truncaron su aventura y se vio obligado a quedarse en India.
Más tarde, tuvo una corta y efímera etapa en el Sporting de Portugal -jugó sobre todo con el filial-, pero no llegó a asentarse. Parece que la odisea por el viejo continente se le escapó por meros detalles. Por mala suerte. De momento, Chhetri sigue goleando en India mientras espera un sucesor que pueda coger el testigo. El tiempo dirá.