Nació en la capital y ha residido en ella prácticamente toda su vida pero es una vecina más de El Alcornocal, una pedanía ciudadrealeña de poco más de 100 habitantes de la que son oriundos sus padres, Vicente López y Pilar Ruiz, y en la que dio sus primeras patadas. Es Irene López, una de las jugadoras más destacadas de la España del COTIF.
Confiesa que no sabe qué sería sin fútbol porque le llena y le completa. Pero el fútbol, si pudiera hablar, es muy posible que tampoco supiese qué ser sin ella. Comenzó a los 5 años en Coslada con las primeras patadas al balón, pasando por otros lugares como Sanchinarro o Alcobendas hasta aterrizar en el Madrid Club de Fútbol Femenino, sitio en el que ha crecido de forma paralela a la que lo hacía vistiendo los colores nacionales. En sus inicios pasó por varias posiciones, lateral o extremo, pero sus preparadores la fueron colocando en sitios del terreno donde es vital el contacto con el balón, en el centro o incluso en la media punta, marcando los tiempos, encontrado el momento, asociándose y haciendo fácil lo difícil para ver esos espacios, tan limitados en el fútbol de hoy, e incluso portería en algunas ocasiones. “Su golpeo con la izquierda marca la diferencia, tiene un nivel técnico excelente y es muy competitiva. Siempre quiere el balón, sobre todo en momentos difíciles”, incide el técnico Víctor Martín, quien ha tenido en sus filas a la joven internacional en el Madrid CFF a su paso por distintas categorías. “Siempre ha ido subiendo de categoría: con edad infantil la subíamos al juvenil, más tarde del juvenil al filial y luego al primer equipo”. Martín, ahora integrante del Fundación Albacete, subraya que “su competitividad hace que se adapte a lo que requiere el partido y eso hace que mejore en el día a día”.
Un 10 de enero los colores de la selección llamaron a su puerta y desde entonces la zurda ha sido vista, admirada y aplaudida en muchos lugares del viejo continente y del mundo, ambos conquistados. En 2017 sumó a su palmarés una plata europea en su primer gran torneo en el que los penaltis frente a Alemania le privaron de empezar en lo más alto, pero en 2018 rompió los moldes y se colgó el oro europeo y mundial. En Lituania, frente a la misma Alemania que un año antes la alejó del metal dorado, alcanzó el máximo título continental y la clasificación para un Mundial de Uruguay donde terminó de destaparse como jugadora de alto nivel a sus 18 años (17 en aquel momento).
Frente a Canadá, en el último partido de la fase de grupos, logró el “player of the match” con dos goles, una asistencia y un recital de juego. Erró un penalti en la tanda contra Corea del Norte en cuartos pero eso no apeó a su equipo del torneo ni a ella la desvió del objetivo. De hecho, en semifinales levantó al público con un golazo –elegido segundo mejor del torneo- que dejó K.O a Nueva Zelanda en un momento clave. Se colgó el oro mundialista en la final con México y consiguió la bota de bronce (3 goles, 2 asistencias). “Yo me veía campeona del Mundo antes de venir. Es inevitable imaginarte tú con la copa”, dijo instantes antes de aquella final. El pasado año, con el Madrid CFF, quedó subcampeona del Cotif, pero tuvo pocas oportunidades en la competición doméstica. Ahora, tras haber firmado por el Espanyol, busca la corona de l’Alcúdia siendo protagonista con un equipo en el que nunca defrauda y en el que brilla con fútbol y un juego que gusta y atrae. Es inevitable no imaginar a La Rojita levantando la copa.