El torneo de l’Alcúdia ha sido siempre un referente futbolístico por su carácter innovador y ya en su año inicial aplicó una normativa que, como muchas otras en el deporte, ahora resulta sorprendente
Rubén Sebastián, l’Alcúdia
Hay que remontarse a mediados del siglo XIX para encontrar en los anales de la historia el primer partido de fútbol, si bien es cierto que la humanidad ha desarrollado juegos de pelota durante centurias. No obstante, cualquier aficionado que viera ahora un partido de aquella época observaría extrañado que no es el deporte que conocen. Ya no solo a niveles táctico, técnico o físico, sino también por la normativa que se aplicaba. El COTIF, pese a ser un torneo relativamente reciente, también ha experimentado una evolución notoria en este aspecto, siempre buscando estar a la vanguardia futbolística. No hay que echar la vista demasiado atrás para encontrar, por ejemplo, una experiencia pionera del uso del VAR en España. Seguramente, solo los fans más acérrimos del torneo de l’Alcúdia recuerden que, en su primera edición, los jugadores podían ser excluidos durante cinco minutos sin necesidad de haber sido sancionados con tarjeta alguna. A descansar los ánimos y bajar el ímpetu, y de nuevo a jugar.
El origen del COTIF se remonta a principios de los años ochenta. El equipo juvenil de l’Alcúdia, entrenado por el ahora presidente del torneo, Eliseu Gómez, acudió a la localidad francesa de Bollènse para disputar un campeonato internacional. El conjunto rojiblanco dejó muy buenas sensaciones contra equipos de distintas nacionalidades y alcanzó la tercera plaza. Pero aquella expedición regresó con mucho más que un buen resultado. Trajo consigo una maleta en cuyo interior había un sueño: organizar un torneo que reuniese a los jóvenes talentos del fútbol. Se creó, así, el Comité Organizador del Torneo Internacional de Fútbol de l’Alcúdia. Abreviado, COTIF. Si bien la experiencia gala fue una inspiración, su objetivo no era el de copiar cada detalle de aquel torneo, sino crear un proyecto único y mejor. Personalidades como Celio Crespo, alcalde de l’Alcúdia; Francesc Signes, concejal de Cultura; Ciprià Ciscar, conseller de Cultura; Ramón Sebastián, vicepresidente de la Federación Valenciana de Fútbol; o el árbitro José Luis García Carrión se implicaron en el proceso. No obstante, el comité actuó siempre de forma independiente.
El verano de 1984 fue el primero de muchos con fútbol internacional en una pequeña localidad valenciana que pasó de un relativo anonimato a convertirse, con el tiempo, en un referente en la organización de torneos y también en innovación. Aquella edición contó con algunas normativas que desaparecieron con el tiempo.
Una de las más curiosas tiene que ver las sanciones a los jugadores. Los árbitros tenían la posibilidad de excluir a un futbolista durante cinco minutos si lo consideraba oportuno. Esta medida, sin embargo, no tenía porqué comportar tarjeta alguna. Se consideró que sería una buena opción desde el punto de vista pedagógico en un torneo dirigido a jóvenes. No obstante, desapareció ya al año siguiente porque, a juicio de los árbitros, suponía interrumpir demasiado el tiempo de juego. Hoy en día sería impensable, si bien es cierto que es un mecanismo sancionador que funciona en deportes como el balonmano o el waterpolo. Al tratarse de un torneo recién nacido y con recursos muy limitados, la organización también incluyó entre las normas la obligatoriedad, por parte de cada club, de aportar un balón reglamentario a la organización. Además, los partidos estaban divididos en dos partes de treinta minutos, con cinco sólo de descanso.
A nivel deportivo, cada conjunto podía inscribir a un máximo de dieciséis jugadores, en que la práctica suponía un once inicial y cinco recambios en el banquillo. En la actualidad, los participantes cuentan con doce plazas adicionales, lo que permite más pruebas sobre el césped y dar la oportunidad a los entrenadores de contar con una rotación más amplia. Los futbolistas no podían superar los veinte años, de ahí la denominación Sub 20. En los últimos años, muchos equipos se quedan lejos de ese límite, participando, incluso, plantillas Sub 17. Los jóvenes vienen pegando fuerte.
La primera edición establecía dos grupos de cuatro equipos, un formato que, por ejemplo, es el visto este verano en Els Arcs. Mientras que ahora los dos primeros pasan la siguiente ronda, que incluye semifinales y final, entonces los primeros de grupo luchaban por alzarse con el trofeo en la gran final. Los segundos pugnaban por la tercera y la cuarta plaza; los terceros, por la quinta y la sexta; mientras que los últimos jugaban por la séptima y octava posición.
El primer COTIF también incluía una norma específica sobre la composición de los grupos, de modo que cada uno contase con dos equipos nacionales y otros tantos extranjeros. Una regla que, en una época inicial en la que costaba mucho atraer equipos a un torneo recién nacido, llevó a formar grupos de lo más variopintos. Aquel verano de 1984 pasaron por Els Arcs: Real Madrid, Maguncia FK, CE L’Alcúdia, Bolonia FA, Valencia CF, Povoa Varzim SC, Algemesí CF y la Selección de París. El conjunto ‘che’ se alzó con el trofeo, por delante del merengue.
Casi cuarenta años después, el torneo alcudiano ha evolucionado. Su crecimiento ha llevado el nombre del COTIF a todos los continentes del planeta. No ha perdido su deseo de ser el mayor escaparate mundial del talento joven y, para mantener esa condición, se ha sabido adaptar. Prueba de ello es la edición de este año, desarrollada en medio de una pandemia gracias a un estricto protocolo sanitario. Su capacidad adaptativa le permitirá subsistir muchos años más en los que, con toda seguridad, seguirá siendo un referente en innovaciones técnicas y normativas.