La extinta Unión Soviética dejó su impronta en el torneo, ganando cuatro campeonatos en seis años, entre ellos el de 1991
J.L. Llagüez, l’Alcúdia
Las películas de Hollywood han dibujado a los personajes soviéticos como una especie de seres humanos de carácter frío que no tenían impedimentos en utilizar todas sus armas al alcance para lograr la victoria. El retrato de Iván Drago en la saga pugilística “Rocky” se ha repetido en muchos otros largometrajes. Este arquetipo cultural dejó en el imaginario colectivo un poso de perfección y sangre fría que también se trasladó al universo deportivo. Quizás esa fue la imagen preconcebida que muchos de los asistentes a los torneos del COTIF celebrados entre 1986 y 1991 tenían en mente cuando acudieron al estadio de Els Arcs para ver en acción a la todopoderosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). La federación se disolvió de forma oficial el 25 de diciembre de 1991. Ese mismo año sus jóvenes futbolistas aún tuvieron tiempo de ganar el torneo de l’Alcúdia. Y es que entre la década de los 80 y 90 del pasado siglo el rojo socialista fue un color dominante en la cita celebrada en la Ribera. Los soviéticos alcanzaron el primer puesto en los campeonatos de 1986, 1988, 1989 y 1991 y en 1990 fueron segundos. Ese año se vieron solamente superados por todopoderosa Brasil liderada por Cafú, Marcelinho Carioca y Junior Baiano, entre otros.
Vayamos por partes. En 1986, los jugadores de la URSS siguieron la cita que los historiadores otorgan a Julio César: Veni, vidi, vici. Esta expresión latina se traduce por «llegué, vi, vencí”: eso es lo que hicieron los soviéticos. Ganaron todos sus encuentros, vencieron en la final por 2-1 al Valencia y coparon el cuadro de honor, siendo nombrados Andrey Piatnitsquiy y Aimantas Kalinaukas como mejor jugador y mejor portero. El primero llegó a disputar el Mundial de 1994 y se enroló en equipos rusos de primer nivel como el CSKA y el Spartak. Los números reflejan su superioridad: marcaron 9 goles y solamente recibieron uno en todo la cita. En el libro «30 anys: vivències del COTIF» se narra que los pupilos de la URSS tuvieron alguna complicación para aclimatarse a las altas temperaturas valencianas. Por ello, en cada descanso no dudaban a la hora de refrescarse con cubos llenos de agua y cubitos de hielo. Dmitri Kharine (Chelsea) o Ígor Dobrovolski (Atlético de Madrid) también estuvieron en la plantilla de ese año.
Un año después (1987), la URSS no participó en el COTIF, pero en 1998 el combinado rojo si volvió para demostrar galones sobre el verde. Los soviéticos volvieron a dominar el campeonato: marcaron 14 goles y solo encajaron uno. En la final se impusieron por 4-0 a Argelia. Serguei Kiriakov y Youri Okroshidze fueron elegidos como mejor jugador y mejor portero. El primero llegó a jugar a gran nivel en Alemania, formando parte de equipos como Karlsruher y el Hamburgo. Yuri Nikiforov (PSV Eindhoven) también participó en esta edición.
La edición de 1989 también tuvo color socialista. Kiriakov y Popovich eran otra vez los estiletes del combinado y llevaron a su equipo a ganar por 2-0 a la selección de la Alemania Oriental. Los soviéticos protagonizaron de nuevo números que ilustran su superioridad, anotando 15 goles en el torneo y recibiendo solo uno. Kasimon Mirojalal y Okrochioze Jouri fueron escogidos como mejor jugador y portero ese año. Los veteranos del lugar recuerdan que durante todos estos años los miembros de la expedición traían objetos de valor para venderlos en l’Alcúdia, ya que carecían de dinero en efectivo cuando viajaban. Un joven Viktor Onopko (Oviedo y Rayo Vallecano) pisó entonces el césped de Els Arcs.
La URSS no logró un triplete en el COTIF por poco, ya que en 1990 se vio superada por una todopoderosa Brasil liderada por Cafú y Junior Baiano, entre otros. De hecho, el exjugador del Valencia y actual director deportivo del PSG Leonardo estaba llamado a filas para venir a l’Alcúdia, pero se lesionó diez días antes del inicio. Brasil ganó en la final a la URSS por 2-1. Antes, había superado a una gran España liderada -entre otros- por el ex del Real Madrid Amavisca. Alekasander Grishin y Sergei Mamchur fueron dos de los nombres propios soviéticos de ese año.
Y en 1991 llegó la última presencia soviética en el COTIF. La federación se fragmentaba, pero la URSS llegó a llevarse un entorchado más. Frizulin Lish fue el máximo goleador y Bliznyuk Llia el guardameta más valorado. Kuznetsov y Fauizulin –ambos con experiencia en el fútbol español de primera división- fueron dos de los jugadores más destacados. Fue la última victoria de la URSS.
Un año después -1992- Rusia llegó al tercer escalafón de la competición, pero la URSS ya se había disuelto. La historia había cambiado.