Lionel Scaloni pasó sus mejores momentos en A Coruña. Fue el corazón de un Deportivo histórico, campeón de Liga, Copa y dos Supercopas. Disputar el Mundial Sub-20 de Malasia en el 1997 le abrió las puertas de Europa. Allí conoció a Pekerman, de quien hoy es discípulo. Ahora, dirige a Argentina en el COTIF junto a Pablo Aimar y ya han logrado clasificarse para las semifinales del torneo. El de Rosario ha sabido transmitir a sus pupilos su espíritu competidor marcado a fuego en su carácter. En su biografía de Twitter se define como un trabajador incansable del fútbol y no anda desencaminado. Su empeño y su buen papel en l’Alcúdia le han valido para dirigir a la absoluta al lado del “pibe inmortal” en sus próximos compromisos.
Carles Senso-Vicente Tafaner, Almussafes
Pregunta.- Después de ser campeona y subcampeona ¿está obligada Argentina a ganar esta edición?
Respuesta.- No. Argentina está obligada a competir siempre al máximo, a ser animador del torneo y a dejar una buena imagen. A partir de ahí, sabemos que en el fútbol puede pasar cualquier cosa. Incluso los mejores equipos del mundo pueden caer eliminados. Lo importante es quedarse con buenas sensaciones y así será, porque venimos preparados para eso.
P.- ¿Considera que hay nivel para competir contra selecciones como Uruguay, Rusia o Venezuela?
R.- Hemos traído a los mejores porque somos conscientes de que venimos a un torneo importante. El COTIF es reconocido a nivel mundial. Creemos que podemos hacer un buen papel y competir de tú a tú con los mejores.
P.- ¿Cuál es la filosofía que aporta Scaloni a la nueva selección?
R.- Creemos que un entrenador debe tener su libro, pero también tiene que saber rectificar y analizar dónde se juega. Este torneo se disputa sobre césped sintético. Esto no significa que sea mejor o peor, pero sí es un condicionante que hay que tener en cuenta, porque afecta al comportamiento de la pelota. Nuestra idea es ser verticales, tener la posesión cuando podamos y saber el momento en el que hacer daño, pero a la mayor velocidad posible. Me gusta este tipo de fútbol, aunque sé que dentro del campo son los jugadores los que mandan y son ellos los que deciden en muchas ocasiones. Intentamos inculcarles que cuando se roba un balón, si llegan antes a la portería rival es más fácil que pillen a la defensa desacomodada.
P.- ¿Es esa la filosofía de AFA?
R.- La filosofía de AFA o, mejor dicho, del fútbol argentino, cambia con el paso de los años. No obstante, es cierto que el típico jugador de nuestro país es aquel que tiene buen pie, le gusta jugar y tener contacto con la pelota continuamente. Después, cada entrenador tiene su manera de ver este deporte, pero yo no prohíbo que tengan el balón. Si uno roba en zona de tres cuartos o ve la posibilidad de poner al compañero de cara al arco rival para hacer gol, tiene que hacerlo.
P.- ¿Cuál es el mensaje que un campeón juvenil como usted puede transmitir a los jugadores que disputan el COTIF?
R.- Pablo y yo intentamos inculcarles lo mismo que nos transmitían a nosotros cuando jugábamos en las divisiones juveniles. Creemos que el comportamiento y el respeto hacia el rival son muy importantes, pero también hacia los propios compañeros o el árbitro. Son pequeñas cosas que puede que uno no le den importancia, pero si van sumando, acaban siendo mejores jugadores y mejores personas. Un compañero confía mucho más en ti cuando eres buena persona. Nosotros creemos profundamente en esto y si seguimos, intentaremos inculcarles esta idea. Seguramente, conseguiremos que asimilen los conceptos, porque los chicos están capacitados para hacerlo. Hemos recibido una muy buena predisposición por parte de ellos.
P.- Hablaba de la esencia del jugador argentino, pero observamos como en el resto de Sudamérica o en otras regiones como África, los jugadores acceden cada vez a una edad más temprana a equipos de ligas europeas, ¿qué beneficios y que perjuicios lleva esto?
R.- Es verdad que ahora queman más etapas que en mi época. Lo más importante es el trabajo anterior a ese momento, cuando el futbolista es todavía un niño, es decir, desde que tiene diez u once años hasta que llega a los quince o dieciséis. Si a esas edades ya se va a Europa o cualquier campeonato con una base importante, el impacto es menor. Lo preocupante es que peguen el salto a grandes clubes sabiendo que no están preparados. Ahí está la diferencia. Yo vine a España con 18 años. Muchos de mis compañeros aterrizamos siendo jóvenes. Éramos adolescentes, pero sí que es verdad que habíamos hecho un buen trabajo en juveniles y en inferiores, que nos había permitido estar listos. Si no hay preparación, existe una diferencia muy amplia con el resto.
P.- ¿El proyecto de Scaloni y Aimar es a largo plazo?
R.- El proyecto de cualquier exjugador que se mete a entrenar es el de llegar a la selección mayor o a algún equipo importante. Ahora mismo, nosotros solo queremos echarle una mano a la AFA, que tanto nos ha dado, y estamos encantados porque es como si fuera nuestra casa.